Con el fin de las lluvias se abren los caminos y podemos volver a los lugares
más lejanos, donde habían comenzado algunas comunidades el año pasado. Pero tambien ya estamos visitando
hace algunas semanas algunas zonas donde todavía no hay comunidades cristianas. Salimos con
algunos miembros de la comunidada parroquial para “evangelizar”, llegando a
cada casa de esas aldeas para anunciar a Jesús y proponer el comienzo de una
comunidad de la Iglesia Católica. En esas aldeas existen algunas Iglesias
cristianas, principalmente Adventistas del 7º Día y “Protestantes” como llaman a una Iglesia Ervangélica
bastante difundida por aquí. Por eso no es fácil encontrar algunos que acepten
iniciar un camino con nosotros, pero siempre aparecen antiguos católicos y otros que quieren empezar
a rezar en alguna Iglesia. Así, después de ese primer contacto hicimos las primeras visitas, tratando de
anunciar el Kerygma y la propuesta de una comunidad crisitana, dando los
primeros elementos para comenzar el camino. Siempre insistimos en las “3
piedras” o pilares de la comunidad cristiana, tal como las comunidades de los
Hechos de los Apóstoles: la oración, la escucha de la Palabra y el amor
fraterno. La semilla está lanzada y están comenzando 3 comunidades, juntando
algunos de aldeas cercanas (en total unas 8 aldeas). Como siempre, el desafío
es acompañar el crecimiento de estas “plantitas” que están comenzando a crecer.
Para eso tambien estamos
recorriendo con la Comisión diocesana de las Comunidades cristianas las
diferentes misiones, con un curso sobre el nuevo directorio para las
comunidades cristianas y los catequistas animadores. En esta comisión, de la
que participamos Alba y yo tambien, están
integrados varios laicos de la Diócesis y una religiosa. Somos pocos, pero
estamos tratando de cubrir las diferentes Parroquias para difundir el ideal de
las comunidades cristianas al estilo de los Hechos de los Apóstoles, como pidió
tambien el Concilio Vaticano II, que aquí todavía es novedad: comunidades
participativas, con un laicado
corresponsable y evangelizadoras. Esto es una buena base para lo que vendrá en
los próximos meses, que es el Sínodo diocesano, cuyo objetivo es renovar la Dióceis
y sus comunidades en la línea de la Iglesia ministerial, actualizándonos en una
pastoral más en sintoní con el Vaticano
II, los sínodos para Africa y la Exhortación de Francisco, Evangeli Gaudium. Es
una tarea enorme y desafiante, pero absolutamente necesaria.
En este tiempo no dejamos de hacer visitas a las comunidades que estaban
accesibles aún en tiempo de lluvia, y sobre todo reforzar en la sede Parroquial
de Lumeje las “núcleos” de cristanos en los barrios del pueblo, que se reúnen
en medio de la semana para compartir el Evangelio del domingo y vivir como
pequeña comunidad. Tambien tuvimos una
Pascua con algunos Bautismos y Primeras Comuniones.
A partir de este año están viviendo en una casita junto a la casa
Parroquial algunos adolescentes que quieren hacer un camino vocacional. Son 5,
entre los 13 y 18 años, que están haciendo una experiencia de pequeña comunidad
cristiana, acompañados por mi y por las familias. Gracias a Dios están
caminando bien, y se los ve contentos y creciendo en la fé y en el Amor a Jesús.
Con algunos de ellos y un laico misionero que está en otra misión,
fuimos a Kangamba, donde está Alba, aprovechando unas vacaciones que dieron en
las escuelas por causa del censo poblacional que se realizó en el mes de Mayo.
Pudimos compartir con ella algunos días y conocieron Kangamba, que está a 450
Km de Lumeje. En esos días aprovechamos para ayudar a crear algunas condicones
mejores en la casa de Alba, que ni se puede llamar casa, apenas unos cuartos
chiquitos sin comunicación entre ellos. Así pudimos hacer un garage y comunicar
internamente algunas partes para que parezca una casita. Ella sigue sola, una
presencia del Amor de Jesús en ese lugar. Está acompañando esa comunidad y
ahora que tiene una camioneta comenzando a visitar algunas comundades lejanas,
como en este Pentecostés, que van con algunos de Kangamba a una localidad
llamada Tempué, a unas 7 u 8 horas de viaje de allí, en medio de arenales y
baches eternos.
Seguimos sintiendo siempre la necesidad de un equipo misionero, otros
laicos que puedan dedicar parte de su vida a esta tarea, poder trabajar en
equipo como expresión de esta Iglesia Comunión, de Iglesias Hermanas que se
ayudan mutuamente. Acompañamos el trabajo de la Comunidad Iglesias Hermanas de
Buenos Aires, de la cual con Alba
formamos parte y rezamos para que de
frutos de vocaciones misoneras y formación de equipos misioneros ad gentes. Es
con esta esperanza que seguimos en la brecha, tratando de abrir caminos para
eso. Bendiciones para todos, unidos en el Amor a Jesus sirviendo a Su Reino y
gracias por todo el apoyo que nos brindan! Un abrazo grande!!
P. Ignacio Copello