QUE PASA POR
AQUI?
Ya hace un poco mas de 6 meses que estoy en esta Misión de San Ildefonso de
Cameia, en la diócesis de Luena, Angola, y es un buen momento para compartir
algo de lo que vivo y lo que sueño.
Ya son cerca de 23 años que estoy tratando de servir a Jesús en este camino
misionero “ad Gentes” y desde Noviembre del año pasado en esta misión.
Por qué insistir? La verdad muchas veces me lo pregunto. No hay muchas
respuestas más que la del corazón, es una necesidad vivir el Evangelio de esta manera, en la dimensión universal,
saliendo de mis seguridades, al encuentro de los que todavía no tuvieron
oportunidad de conocer a Jesús y Su Reino. Vivir y testimoniar la experiencia
de la fraternidad universal, de ser una única Familia mas allá de las culturas,
razas, lenguas, etc.
Pero también sigo queriendo abrir la puerta para esta misión ad gentes a
otros, a mis hermanos de Argentina, especialmente de la Arquidiócesis de Bs.
As. Ayudar si es posible a mirar más allá y abrirse a esta dimensión universal
que concreta el proyecto de Jesús de hacer del mundo una única casa y familia. Y
especialmente para la dimensión misionera del laico y del cura diocesano, dar
lugar al laicado, reconocerle su riqueza y posibilitar que sea co-responsable,
sin clericalismos de ningún tipo.
Estoy aquí pero pensaba estar de otra manera, con un equipo de laicos
misioneros testimoniando la Iglesia en su riqueza y diversidad. Lamentablemente
todavía no es posible, pero siento la necesidad de dar pasos para que eso sea
posible, pues mi vocación no es individual, no es una respuesta para estar
contento porque hice lo que me parecía, sino que siento que es vocación en
comunidad, testimoniando la comunidad que Jesús quería, diversa y fraterna, sin
“protagonismos personales”, en comunión.
Bueno, disculpen estas cuestiones, pero me inquietan y realmente veo la
necesidad de dar pasos para que sean una realidad.
Entretanto estoy aquí, tratando de responder a una realidad que es un gran
desafío. Esta Misión estuvo prácticamente 36 años sin presencia misionera,
durante todo el tiempo de la guerra
civil (que acabó en 2002) y hasta el año pasado, que llegaron unas religiosas
(3) en Enero y yo en Diciembre. Es un municipio con un pueblo de unos 15.000
habitantes y muchas aldeas desparramadas a lo largo del territorio, completando
cerca de 40.000 habitantes. Con la falta de atención pastoral, las sectas y
otras Iglesias cristianas se dieron un banquete, y la mayoría de los católicos
se pasaron para ellas, o abandonaron su fe. Esto agravado por un estilo de
Iglesia donde toda la responsabilidad quedaba en manos de una única persona (el
llamado “catequista”) que en caso de ausentarse, morir o abandonar la fe,
provocaba la caída de toda la comunidad. Así, al llegar el año pasado, solo
estaba en funcionamiento la comunidad de la sede parroquial (en el pueblo
llamado Lumeje o Cameia) y otras 2 en unas aldeas mas lejanas. Así, la primera
tarea fue tratar de conocer el rebaño, visitar sus casas, bendecirlas,
acompañar la vida en lo que fuera posible. De a poco ir organizando la
comunidad parroquial, con su Consejo Pastoral, la Catequesis, el grupo de
monaguillos, el grupo de madres, la Legión de María, el grupo juvenil, Infancia
Misionera, grupo de familias, etc. Varias de estas cosas y grupos están funcionando,
claro que necesitan mucho acompañamiento y formación, Organizamos también el
ministerio de Liturgia, y falta organizar Cáritas. Entretanto tratamos de hacer
experiencias de pequeñas comunidades en los barrios del pueblo, con reuniones
semanales para leer la Palabra de Dios y ser una presencia de la comunidad cristiana en cada barrio.
Como se imaginan, todo esto no es fácil, la necesidad de acompañamiento es
inmensa, la formación es un desafío enorme. Y las hermanas colaboran un poco en
lo que pueden, pero una de ellas está como directora de una escuela que el
Gobierno nos devolvió (escuela primaria con más de 1.000 alumnos) y las otras
están dando clases o apoyo de alfabetización de adultos.
Y ahora, a partir de Abril, que cesaron las lluvias, estamos recorriendo
las aldeas para fundar comunidades cristianas. Algunos laicos locales me acompañan
en las salidas, para hacer contactos con la población de las aldeas y ver la
posibilidad de comenzar comunidades cristianas. Gracias a Dios de a poco van
surgiendo algunas, siempre en número reducido pues en todas las aldeas hay
alguna iglesia o secta que está ahí hace tiempo y la gente no se pliega
fácilmente a otra propuesta. Pero algunas ya están comenzando, lo cual es un
nuevo desafío, acompañar y formar esas comunidades, algunas de las cuales
formadas por gente que nunca estuvo en ninguna Iglesia. Otro desafio es el tema de la hechicería, las acusaciones permanentes
que provocan divisiones, injusticias y hasta muertes. Esta mentalidad está muy
extendida, y contamina también a las comunidades cristianas.
En medio de todo esto están otros cuestionamientos, como es la formación de
los jóvenes (son muchos) de los chicos, la promoción humana de la mujer, posibles proyectos de desarrollo agrícola,
etc… En el área social (educación, salud, trabajo, producción, familia, etc. )
está todo por hacerse. El Gobierno está trabajando, pero con muchas
dificultades por falta de personal calificado y dispuesto a trabajar con
consciencia de servicio.
Imaginen todo esto, y yo con el sueño del trabajo en equipo con laicos co-responsables
de la misión… No es solo un deseo, es una necesidad. Es absurdo pensar que la
misión y la tarea evangelizadora es solo de los curas, monjas o congregaciones.
O que el laico es solo un “voluntario” o “colaborador”. No, la responsabilidad
es de todos, y todos debemos poner el hombro juntos. Mi experiencia de tantos
años de misión en equipo con laicos me llenó de riqueza y me hizo ver la
importancia de abrir las puertas de la misión al laicado. Para esto quiero
también trabajar, ya mandamos algunas propuestas a Argentina y Bs. As. ,
elaboradas con algunos laicos y laicas misioneros, que sienten el dolor de no
poder trabajar bien en esta dimensión fraterna y co-responsable.
Mi experiencia de estos meses es un poco contradictoria, pues por un lado
estoy viendo la obra del Espíritu en todo esto, la abertura de la gente a las
propuestas de evangelización, la necesidad de un gran trabajo de acompañamiento
para ir creciendo como Iglesia servidora del reino, más fraterna y mucho más
participativa (pues el tipo de Iglesia es muy tradicional, con todo el “poder”
concentrado en una o dos personas), pero por otro lado siento la urgencia de
dar pasos para que podamos servir desde Argentina con más responsabilidad a la
Iglesia misionera, que podamos formar estos equipos con sacerdotes y laicos,
dando testimonio de fraternidad y participación. Esto ayudaría tanto a la
Iglesia de Argentina como la de aquí en Angola, pues también daría la
posibilidad de tener otras referencias eclesiales por aquí, y refrescaría la fe
y la alegría del Evangelio en Argentina.
Bueno, por ahora es esto que voy compartiendo. Espero también conseguir
contar algunas experiencias de la evangelización y de la realidad de aquí, que
nos ayudarán a estar en comunión rezar unos por los otros. Tengo bastantes
problemas con la conexión de Internet, por eso estas cosas solo las puedo
enviar cuando voy a la capital provincial.
Desde la periferia del mundo (como dice el Papa Francisco) y en la
periferia de esta diócesis les mando un gran abrazo unidos en el Amor a Jesús y
a Su Reino.
P. Ignacio